CRÓNICA / MONTERREY (Méx) - Arte galo y garra azteca
11/11/2008 Francisco Tijerina E.

Triunfal resultó la 2ª corrida del Serial Taurino Internacional 2008 en la Monumental Monterrey en la que los tres toreros actuantes salieron a hombros junto con el ganadero Juan Pablo Bailleres.

 

Ficha

Con dos tercios de entrada se lidiaron siete toros (uno de regalo) de Begoña de aceptable presentación y juego desigual, destacando el 6°, al que le dieron la vuelta al ruedo y el 2° que fue noble aunque justo de fuerzas; al 5° le otorgaron de manera indebida el arrastre lento y el 7° fue bueno.

Eulalio López "Zotoluco", ovación, ovación y dos orejas en el de regalo.
Sebastián Castella, oreja y dos orejas y rabo.
Joselito Adame, división de opiniones tras dos avisos y dos orejas y rabo.

Al final salieron a hombros los tres toreros y el ganadero Juan Pablo Bailleres.

 

Si Sebastián Castella destapó el frasco de las esencias e hizo retumbar desde sus cimientos a la Monumental Monterrey "Lorenzo Garza" con dos faenas de antología, sobre todo la segunda que rayó en la perfección, de justicia es consignar que Joselito Adame y Zotoluco dieron la cara y pusieron en alto el nombre de la torería nacional. Una tarde redonda y la mejor muestra de ello fue que al finalizar la corrida muchísimas personas se quedaron en las taquillas para adquirir sus boletos para el domingo entrante.

Lo de Castella es simple y sencillamente impresionante. Hoy cuajó dos faenas de distinta pauta conceptual por las características que imponía cada enemigo, pero con un mismo común denominador: la entrega absoluta al arte del toreo.

Tiene el diestro francés la difícil dualidad de un valor extremo, seco, sin aspavientos, y al mismo tiempo un arte refinado, estético, de una pureza que por momentos llega a lo sublime y que por lo mismo no requiere de más adjetivos, simple y llanamente es arte, aunque para llegar a esas alturas sea necesario poseer un dominio extremo, una capacidad lidiadora y un conocimiento de los bureles, distancias, medidas y tiempos, que sólo tienen algunos elegidos.

A Castella no hay que ir a la plaza a verlo, es necesario acudir al coso con la convicción de paladear todo cuanto hace, de catar cual buen vino, de disfrutar de esa pléyade de detalles, de regocijarse en la plasticidad de su formas y de encoger el corazón con su valiente arrojo; para el neófito es un deleite y para el entendido un compendio.

A su primero le hizo una interesante faena en la que con mimo cuidó del burel, a pesar de lo cual el astado fue apagándose; Sebastián lo puso todo y dignas de elogio fueron dos dosantinas prolongadas hasta casi hacer que el toro diese dos vueltas alrededor del torero, que le salieron pintadas. El poco más de media espada que penetró en las carnes de la res cayó tendido, pero fue suficiente para que doblase y por ello fue premiado con una oreja.

Pero lo mejor vendría con el quinto al que saludó con las verónicas mejor ejecutadas en años en el coso regiomontano. Marcando los tiempos del lance fundamental, Castella hizo brotar de las gargantas de los asistentes olés largos, profundos, interminables. Y si con la capa estuvo en maestro, con la muleta fue superior; inició su trasteo tomado de los tableros para después poco a poco ir ganando terreno hasta llegar al centro del platillo. Apenas era la segunda tanda y ya el francés le tenía tomada la distancia y el ritmo a su enemigo y así se dispuso a obsequiar al público de su toreo lleno de una enorme proyección, de unos larguísimos trazos rematados siempre por debajo de la pala del pitón, con pintureros detalles que pusieron variedad y buen gusto. Su labor tuvo además el detalle técnico de que era necesario taparle mucho la cara al burel que buscaba la huída, pero el mando y poder de la muleta de Sebastián se lo impedían. La estocada fue perfecta y la concesión de dos orejas hubo de ampliarse al rabo por la exigencia del público que increpó a la autoridad. Excesivo el premio del arrastre lento para un toro que cumplió, pero que en verdad no era merecedor de tal reconocimiento.

Castella cayó de pie en Monterrey y ojalá vuelva pronto, porque sin dudarlo los aficionados que hoy estuvieron en la plaza volverán a ir y seguro llevarán con ellos a otro buen número de asistentes.

El primero de Joselito Adame no era nada sencillo; el toro tenía peligro sordo que pocos vieron en la plaza y del que hasta el mismo hidrocálido se desentendió para ser zarandeado de una manera impresionante tras la cual fue materialmente imposible pegarle un pase por el pitón derecho pues el burel ya iba directo sobre el diestro; Jose lo intentó todo y de todas las maneras posibles consiguiendo algunos momentos de calidad, pero lamentablemente estuvo mal con el acero y pesadísimo con el descabello, escuchando dos avisos.

Espoleado en su orgullo por lo anterior, además de las orejas y el rabo de Castella, con el sexto salió dispuesto a conseguir el triunfo a cualquier precio y tuvo la enorme fortuna de encontrarse con un toro de bandera al que supo aprovechar al máximo. Valiente con el capote, puso variedad al quitar por zapopinas y cubrió con brillantez el segundo tercio en ajustados pares. Con la muleta el trasteo tuvo como columna vertebral el don de la ubicación, Adame supo en todo momento el lugar preciso en dónde colocarse para ligarle al de Begoña y de esta manera eslabonar un trasteo de garra y corazón, de entrega total que coronó con un estupendo estoconazo que hizo rodar sin puntilla a su enemigo y de esta manera hacerse acreedor a los máximos trofeos.

Y si Adame le puso corazón, es de agradecerse la vergüenza torera de Zotoluco que ante las adversas condiciones del lote que le correspondió en el sorteo, se jugó todo en la carta de uno de regalo. Con su primero Lalo estuvo en maestro ya que se inventó prácticamente una faena en donde pocos podrían creer que la habría; la paciencia y el conocimiento de Zotoluco mostraron el camino al burel que terminó por romper y si no hubo trofeos fue por la espada. Su segundo, el más bonito del encierro, fue un astado anodino que nunca ofreció posibilidades de lucimiento.

Regaló uno y no se anduvo por las ramas. Tres largas cambiadas de hinojos fueron el saludo para después torear a la verónica y en el tercio final una faena con el sello de la casa, aprovechando al máximo las exquisitas embestidas que el burel le obsequiaba por el pitón derecho para torearle con reposo y buen gusto, pero al mismo tiempo con la determinación de estar por encima de las circunstancias. Tres cuartos en todo lo alto fueron el colofón de su labor y la concesión de las dos orejas fue celebrada por el cónclave que al final aplaudió a los tres toreros y el ganadero en la salida a hombros.

Para ver el artículo en su versión original haga click.

Los Caballos de Begoña
Carr. Dr. Mora a San José Iturbide Km. 12
Dr. Mora, Gto. 37960, México. Tels: (55) 5281-1978 - (55) 5279-3488 Fax: (55) 5279-3484
 
Oprima para cerrar =>